Eduardo Dávila: "El que es figura del toreo lo es ahora y hace 80 años"

El patio central de la sede de la Fundación Valentín Madariaga, situado en el antiguo pabellón de los Estados Unidos de la Exposición Iberoamericana de 1929 celebrada en Sevilla, es muy similar a un coso taurino. La restauración realizada en el edificio, salvando las distancias, permite disfrutarlo como si nos trasladáramos a la década de los treinta del siglo pasado. Paseando entre sus galerías, Eduardo Dávila Miura nos muestra su experiencia como matador de toros y los proyectos, presentes y futuros, en los que está embarcado en la actualidad.

Sevilla es el lugar de nacimiento de muchas figuras del mundo de la tauromaquia. ¿A quién destacarías de tus contemporáneos?
Hay mucho toreros que puedo resaltar y que me han marcado mucho. En primer lugar, a nivel personal, está la familia Vázquez porque ha tenido siempre mucha relación con la familia Miura y la sigue teniendo. Y por otro lado, desde el punto de vista profesional, a Juan Antonio Ruiz “Espartaco”; a Emilio Muñoz, que es mi padrino de alternativa; a José Antonio Campuzano; y a Fernando Cepeda.

¿Qué relación mantienes con ellos?
Con todos tengo buena relación, pero sobre todo con Muñoz porque siempre se crea un vínculo especial entre padrino y ahijado. También tengo una buena amistad con Juan Antonio.

Pero no sólo eres torero, sino sevillano, y como tal qué olores de la ciudad puedes destacarnos.
El olor a azahar es de los más característicos de Sevilla, aunque soy de los que piensa que huele distinto antes que después de Semana Santa.

¿Y algún otro olor característico no sólo de Sevilla?
Sin duda alguna uno que tengo marcado desde pequeño y que es el aroma a puro típico del fútbol o de los toros.

¿A qué Hermandades de la Semana Santa sevillana te encuentras vinculado?
Soy hermano de tres, por tradición familiar tanto a La Macarena como a El Amor, y por motivos profesionales estoy vinculado a San Bernardo que es, históricamente, la Hermandad de los toreros.

¿Cómo empezó esta relación con San Bernardo?
Fue mediante una llamada que recibí de ellos y puedo decirte, en este sentido, que fue una satisfacción y un honor porque he vivido toda la vida en el Prado de San Sebastián. Además, durante varios años, la Virgen del Refugio salió con machos míos que se colocaban en los respiraderos.

En la actualidad, centrándonos en tu experiencia como matador de toros, se incide mucho en la preparación física que deben tener los toreros y en el toreo de salón…
Son dos partes fundamentales de la profesión. La preparación física para mí ha sido clave, aunque cada torero es un mundo. Lo que sí es verdad es que en el toreo hay unos cánones y, hoy en día, los toreros estamos más preparados en esta faceta. Aunque incido en que el que fue figura del torero hace ochenta años también lo sería ahora porque este aspecto va unido a la personalidad y al talento. Y respecto al toreo de salón es básico para poder refrendar una buena faena en la plaza.

¿Algún lugar en especial para realizar la preparación física?
El torero que quiere entrenar lo hace en cualquier parte. A mí, en particular, siempre me ha gustado más el campo, sobre todo en los previos a Sevilla o Madrid.

¿Y en Sevilla?
Pues puedo recomendar el parque de María Luisa, el parque de Los Príncipes o el Club Pineda.

Precisamente en este club has puesto en marcha este año unos cursos de iniciación al toreo. ¿Cómo está resultando la experiencia?
Estoy disfrutando mucho y la experiencia está siendo muy positiva porque hay dieciséis chavales que van una vez por semana a torear de salón y, sobre todo, porque todos ellos son futuros aficionados al toreo.

¿Tienes alguna relación con otra parte de Andalucía?
Me siento sevillano porque he nacido y me he educado aquí, pero también tengo mucha vinculación con Cádiz.

¿Cómo surge este vínculo?
Pues por mi padre, que nació en la calle Sacramento, y porque desde pequeño he ido mucho a la ciudad. También he veraneado mucho en el Puerto de Santa María y, en general, tengo por amigos a muchos «personajes gaditanos» (como les llama Eduardo Dávila con cariño). Por ejemplo un sastre que me ha hecho mucha ropa de corto y que se llama Pepe Berenguer Soto.

¿Y profesionalmente?
También la tengo porque estuve tres años entrenando en Sanlúcar de Barrameda, desde 1999 a 2001, (unos años que considera muy importantes en su carrera como torero ya que fue donde se formó como tal) y en los que coincidí con “El Tato”, con Miguel Báez “Litri” y con Pepín Liria, entre otros, que son toreros que en la fecha estaban en pleno auge y con los que se creó un ambiente de entrenamiento muy bueno.

Además de Sevilla y Cádiz…
Sí, con Jaén. Mi tío y primer apoderado, Sancho Dávila, posee una finca en Santiesteban del Puerto por lo que pasé mucho tiempo allí, mi despedida como novillero fue en la plaza de este municipio jiennense y mi penúltima corrida de toros fue en Úbeda.

¿Y la última?
En la Maestranza de Sevilla.

¿Qué hace Eduardo Dávila en la actualidad?
Al principio quise abrir facetas profesionales diferentes, pero fíjate lo que es la vida que estos mismos caminos siempre me llevan, de nuevo, al toro. Pues me he dado cuenta de lo amplio que es el mundo del toro y gracias a la experiencia adquirida, en la actualidad soy apoderado.

¿A quién apoderas?
El año pasado apoderé a Juan Bautista, este año a Rafaelillo y es lo que más me permite estar cerca del toro, del mundo del toreo y matar “ese gusanillo” que siempre llevamos dentro.

¿Algo más?
Sí, como comentarista de radio y televisión. Es un tema que me gusta bastante porque me permite ver el espectáculo desde un punto de vista distinto al que lo había visto hasta el momento y me da la oportunidad de seguir colaborando en la búsqueda de aficionados gracias a lo que puedan ver u oír tanto en la televisión como en la radio.

¿Y relacionado con el mundo de la formación empresarial?
También la tengo gracias a una empresa de Madrid fundada por Jorge Valdano, Juan Manuel López Iturriaga, Juan Antonio Corbalán, entre otros. Su consultora organiza conferencias a través de las cuales trasladamos nuestra experiencia profesional a los directivos.

¿Cómo te convencieron?
Pues la verdad es que en mi caso resultaba un poco extraño, pero tras una reunión que mantuvimos pudimos cuadrar una serie de conferencias en las que me estoy dando cuenta de cómo mis vivencias, únicas como torero, pueden llevarse al mundo de la formación de directivos.

¿Puedes concretar un poco más?
Pues muy sencillo. Lo que trato es de explicar todos y cada uno de los momentos complicados por los que pasa un torero antes de llegar a la plaza. Momentos muy difíciles que sirven a estos directivos para aplicarlos a la toma de decisiones que tienen que llevar a cabo en sus respectivas facetas profesionales.

La conversación se alarga mucho más de media hora. Eduardo Dávila no deja de contar anécdotas sobre el mundo del toro mientras la grabadora las capta. Pese a que recibe varias llamadas a su móvil (por lo que corta en varias ocasiones la entrevista para atenderlas con la amabilidad y la seriedad que requieren) en cuanto termina, continúa contestando a las preguntas preparadas para la ocasión sin percatarse (prueba de la atención) que el reportaje gráfico estaba elaborándose.

Publicado en Aula Magna